1.4. ¿Cuál es el objeto digital que recogerá la propuesta?
En segundo lugar, para determinar el objetivo digital que hay que desarrollar, encontramos dos aspectos clave:
- La tipología del contenido, aspecto más importante.
- La elección sobre si queremos ofrecer un producto en línea (publicado en la Red, ubicado en un servidor, etc.) o contenido descargable en un formato de archivo determinado que, posteriormente, abriremos con algún software lector.
En cuanto a la tipología del contenido, no podemos tratar del mismo modo un contenido puramente textual, en el que el redimensionamiento del objeto no condicionará el resultado final, que uno centrado totalmente en las imágenes, en el que necesitamos un diseño que no admita modificaciones que puedan alterar el resultado visual. Por este motivo, encontraremos grandes diferencias entre la edición del contenido textual –con algunas imágenes suplementarias, si se quiere–, totalmente adaptable y muy apto para la variabilidad digital, y las publicaciones en las que el diseño, la colocación de las imágenes respecto al texto o su convivencia en un mismo espacio visual determinan la transmisión del mensaje.
En el primer caso, tendremos que priorizar la máxima compatibilidad del contenido, usando los formatos, las herramientas y los lenguajes que nos permitan producir un contenido multidispositivo, multisistema y, sobre todo, con una alta capacidad de respuesta ante los cambios en el marco de visualización (zooms, variaciones de los márgenes, del tamaño de la pantalla, de la tipología, etc.). En el segundo caso, tendremos que buscar soluciones adaptables al entorno actual que nos permitan garantizar, dentro de lo posible, que la proporcionalidad y la posición del texto respecto a las imágenes se mantienen, aunque haya modificaciones en el entorno reproductivo.
En el caso del contenido textual puro, sea este en formato libro o revista, nos daremos cuenta de que la prioridad es que este contenido sea legible en la mayoría de los dispositivos digitales y responsivo a la toma de decisiones del usuario/lector. Los libros digitales, por ejemplo, son leídos con dispositivos de tinta electrónica, pero también con tabletas digitales y teléfonos inteligentes; por lo tanto, cuando el usuario acceda al contenido lo hará desde dispositivos diferentes, con distintos tamaños de pantalla, sistemas operativos diferentes, software diferente, etc. Tal y como pasa con las páginas web, esta multiplicidad en el acceso requerirá que nuestra oferta final permita que el contenido sea adaptable, capaz de transformarse en vista de un cambio en las variables del entorno reproductivo.
En la mayoría de los casos, la única vía para obtener esta adaptabilidad del contenido pasa por el uso de los lenguajes para la web (HTML y CSS principalmente), que no solo garantizan un diseño adaptable si se usan correctamente, sino que nos aportan herramientas muy útiles para marcar semánticamente los contenidos, hecho indispensable para la evolución del corpus del conocimiento digital y la catalogación, compartición y gestión de la información en la Red. Como veremos posteriormente, los formatos que permiten obtener las ventajas del diseño adaptable, multisistema y multidispositivo, pese a tener nombres diferentes y procesos de creación distintos, comparten todos el hecho de estar basados en los lenguajes web.
La diferencia entre el tratamiento del contenido puramente textual y aquel en el que los recursos gráficos o audiovisuales son protagonistas afecta al desarrollo de cualquier producción editorial digital, si bien es cierto que este hecho es más o menos significativo en función de la respuesta que demos a la segunda cuestión que planteábamos:
si el contenido que ofrecemos estará disponible en línea o no.
En el caso del contenido en línea, como veremos posteriormente, las opciones disponibles para publicar contenidos son más limitadas en cuanto a los formatos y los lenguajes para la publicación editorial. El uso de HTML y CSS como lenguajes de referencia hace que sea mucho más sencillo ofrecer diferentes opciones de visualización del contenido, adaptándolo a las variables del entorno y provocando una respuesta dinámica de este ante las peticiones del usuario.
Como iremos viendo a lo largo del planteamiento de la resolución de los retos para la producción editorial digital, tendremos que tomar decisiones en las que intervendrán distintas variables o condicionantes que habrá que tener en cuenta. Por lo tanto, en muchos casos, no se trata de un proceso secuencial entre retos o dudas que hay que resolver, sino que estos se tendrán que plantear en paralelo.
Veamos este reto, ahora en forma de preguntas que iremos respondiendo a lo largo de los puntos que siguen, cuando definamos los diferentes objetos digitales posibles y las vías para crearlos.
Preguntas que debemos realizarnos antes de concebir el contenido de una publicación digital |
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¿El contenido que hay que producir es puramente textual, o con un porcentaje reducido de contenido gráfico o audiovisual que es suplementario?
¿O, al contrario, el contenido no textual es protagonista y central para comunicar el mensaje? ¿Necesitamos permitir algún grado de intervención por parte del lector? Es decir: que este pueda modificar o alterar el contenido visualizado (pequeñas interacciones, animaciones usables, etc.). ¿Necesitamos que el contenido se actualice periódicamente? ¿Es decir, que esté disponible en línea? ¿O es contenido fijo, que una vez que entreguemos al lector ya no actualizaremos más? Pese a tener un objeto descargable como resultado, ¿tenemos la necesidad de enlazar a contenido en línea? ¿De qué tipo? |