1.1. La heterogeneidad de la producción editorial digital
El entorno digital actual ha definido un paradigma en el cual hay muchas y muy distintas opciones disponibles para la creación digital, cada una de las cuales con características y particularidades propias que determinan no solo la forma del objeto digital que creamos, sino también sus posibilidades de publicación y de comercialización digital. Así, cuando afrontamos el reto de crear contenidos digitales, sean del tipo que sean, nos encontramos ante un gran abanico de opciones en cuanto a los objetos potenciales, los formatos en los que podemos crear y el gran conjunto de herramientas disponibles para hacerlo.
El entorno digital es un entorno cambiante en el cual, mientras algunos lenguajes perduran, las herramientas, las plataformas, los formatos y los continentes evolucionan continuamente, dando forma a un entorno heterogéneo, que es difícil de aprehender a primera vista. Sin un análisis profundo no solo de las opciones disponibles, sino también de las implicaciones que se derivan del proceso de elección del contenedor, es muy difícil acertar.
Este dinamismo inestable del entorno actual hace especialmente necesario definir un mapa de decisiones previo que todo creador tiene que afrontar antes de elegir cuál será la forma y el formato que dará a un contenido.
¿Qué objeto digital creará? ¿Con qué herramientas? ¿En qué formato?
No solo tenemos que determinar qué forma daremos al contenido, qué objeto queremos crear (queremos crear un libro digital, una revista o una aplicación), sino que debemos reflexionar para elegir un formato que tenga un triple encaje con nuestras intenciones y objetivos: el tipo de contenido y de experiencia pretendidos para el usuario, las vías de distribución y el modelo de negocio que queramos implementar.
En el entorno anterior (analógico) era sencillo tomar este tipo de decisiones. Una vez superada la dicotomía inicial Betamax frente a VHS, solo teníamos un formato de vídeo para distribuir contenidos al público: la cinta. Lo mismo pasó con la música: de la cinta de casete pasamos al disco compacto, con un periodo de convivencia pero con una clara tendencia a la sustitución del primero por el segundo.
Si analizamos los diarios, los libros y la mayoría de los objetos culturales, nos daremos cuenta de que en el entorno analógico el contenido determinaba el objeto, el formato y las posibles vías de distribución y comercialización de este. No se podía crear un diario sin imprimirlo en papel, distribuirlo en los quioscos y cobrar un precio por ejemplar; ni crear un disco musical y empaquetarlo en nada que no fuese un vinilo primero, y una cinta de casete o un CD posteriormente.
El contenido cultural, antes del entorno digital, tenía un formato de almacenamiento y una distribución predeterminados por su tipología. La capacidad de decisión de los creativos en cuanto a esto era muy limitada, y el proceso de decisión resultaba muy breve.
La digitalización de los procesos de creación, publicación y comercialización de los contenidos, como es propio de los «nuevos medios», ha comportado una multiplicación de los posibles objetos que hay que crear y los formatos y las herramientas para hacerlo. Así, si se quiere crear un libro digital, tendrá diferentes contenedores que pueden recoger el contenido, distintas herramientas para crearlo y, sobre todo, diferentes formatos de salida, que no solo determinarán las opciones creativas y de reproducción del contenido, sino que condicionarán, como veremos más adelante, las posibilidades de distribución y comercialización del objeto resultante.
Lo mismo pasa cuando se crea una revista digital: se puede optar por hacerlo usando un gestor de contenidos o CMS (como WordPress), que ofrece las ventajas del recurso en línea a los lectores, utilizando un formato cerrado vía InDesign más PDF o el relativamente reciente EPUB3, que combina el formato web con un empaquetado que permite la distribución y lectura fuera de línea. Si analizamos otros tipos de contenidos, nos daremos cuenta de que pasa exactamente lo mismo: ya no podemos mantener una relación de uno a uno en cuanto a la digitalización del contenido cultural. Sin embargo, esta situación es mucho más determinante y limitadora en el caso del contenido editorial.
El ecosistema comercial (las opciones para vender el producto) está condicionado fuertemente por el formato de salida del contenido.
Estas nuevas características del entorno digital, esta multiplicidad de opciones técnicas a la hora de afrontar el reto creativo, dibujan un panorama que exige una fuerte atención a este mapa reflexivo y de toma de decisiones previo del que hablábamos, como única vía para garantizar el éxito en la producción y, sobre todo, evitar la necesidad de repetir procesos, dar marcha atrás o duplicar el trabajo necesario para llegar a la fase de comercialización de un contenido.
A lo largo de este apartado, estudiaremos muy de cerca las características de los diferentes objetos, formatos y opciones de creación digital para el contenido editorial, atendiendo al proceso necesario para recorrer el camino que hay entre el contenido cultural de entrada y el formato digital de salida, todo esto para evitar las incompatibilidades técnicas y las limitaciones comerciales asociadas al formato elegido, y relacionadas con los lenguajes implicados en la creación y en el software informático.
Por lo tanto, a pesar de que a priori podría parecer que en un entorno en el que crear es mucho más accesible y en el que las herramientas, las opciones y los entornos se multiplican continuamente, el proceso de trabajo tendría que ser mayoritariamente técnico («seguir las instrucciones del manual de funcionamiento»). Sin embargo, sin una fase de reflexión previa y un conocimiento suficiente del entorno y las posibilidades es muy difícil garantizar el éxito creativo y/o comercial.
Para empezar con buen pie en la producción editorial digital, es indispensable atender a las características más importantes de su ecosistema; y esta tarea pasa por definir las diferentes opciones creativas y sus implicaciones, tanto respecto al objeto digital que hay que crear como al formato elegido para digitalizarlo.