5. Trabajar con la retícula
5.2. Claves para el diseño de la retícula
La retícula nos permite dividir la superficie de la página en lo que se denominan campos reticulares, una serie de espacios más reducidos a modo de «rejilla» que pueden (o no) tener las mismas medidas. La altura de los campos corresponde a un determinado número de líneas de texto, y su anchura corresponde a la suma de las columnas. Los campos reticulares y las columnas se separan por medio de espacios (denominados calles). La finalidad última de esta repartición del espacio es ayudar a la hora de ordenar los distintos elementos que vamos a usar en la composición de nuestro diseño. Todos los elementos de nuestro diseño deberán ajustarse a las dimensiones de los campos, de manera que se establezca una jerarquía en los elementos de la página. La retícula es algo que lleva toda publicación por detrás y, una vez finalizado nuestro trabajo, lo único que quedará de ella será una percepción armónica en la distribución de todos los elementos, lo que dará lugar a un buen diseño que logrará un impacto positivo sobre el observador.
El número de divisiones reticulares es ilimitado. Deberemos estudiar qué tipo de diseño queremos desarrollar y definir el tipo de ordenación que más nos conviene. Si los elementos del diseño se subordinan a la retícula, se logrará una impresión general de armonía, de orden, de transparencia, etc. El orden en el diseño contribuye a crear confianza en el diseño y credibilidad en el mensaje que se presenta. Una adecuada retícula en un diseño dará lugar a una disposición lógica y estética de textos e imágenes, de manera que la puesta en página sea inteligible y despierte el interés del observador. El uso de la retícula nos permite resolver problemas de manera rápida y efectiva.
A la hora de determinar el ancho de columna más adecuado, tenemos que volver sobre un tema que ya mencionamos anteriormente: la legibilidad de los textos. Un ancho de columna normal se establece en unas 7 a 10 palabras por línea (recordemos que líneas demasiado largas o demasiado cortas dificultan la lectura). También deberemos cuidar la rejilla base, que nos marcará el interlineado del texto para que este sea leído correctamente.
Lo ideal es dividir la página en un número lógico de columnas en función del tamaño del documento. «La mancha» (el área en la que se dispone nuestro diseño) estará delimitada por un espacio en blanco, los márgenes. Este espacio en blanco es importante en dos ámbitos:
- En un ámbito técnico: hay que dejar un espacio de seguridad de entre 2 a 5 mm por el corte de las páginas.
- En un ámbito estético: unos blancos bien equilibrados en torno a la composición no solo facilitarán la lectura sino que también aportarán una sensación estética interesante. Si este margen blanco es demasiado pequeño, puede dar la sensación de saturación en la página y provocar rechazo ante el diseño.
Por todo ello, podemos concluir que la retícula es la que marca el número de columnas, los blancos de cabecera, pie, corte y lomo, y la colocación de las cabeceras de sección y de la foliación. Aporta uniformidad y unidad a la revista y contribuye a definir el estilo visual del producto. Aporta armonía a la composición y guía al lector en su recorrido por la página.