4.2. Comunicar con imágenes. Retos que hay que resolver
4.2.5. ¿Por qué necesitamos algoritmos de compresión?
Los diferentes formatos de imagen que describiremos en el apartado siguiente son el resultado de utilizar varias técnicas y estilos de compresión de ficheros. Estas técnicas y estilos buscan mejorar la velocidad con la que una imagen aparecerá en nuestra pantalla, y el espacio que ocupará en un disco duro.
Un fichero no comprimido es aquel al que no se ha aplicado ningún tipo de reducción de medida y los bytes que lo componen son los mismos que componían la imagen original.
Esta manera de almacenar información se describe a veces como raw (cruda), porque los datos originales no han sufrido ningún tipo de «cocción» que los transforme.
En principio, lo ideal sería no modificar nada los datos. Un texto, como un poema o un programa de ordenador, se tiende a almacenar de manera no comprimida, puesto que la pérdida de una sola palabra podría dar una incomprensión del poema o un error en la ejecución del programa. Aparte de esto, ocupan tan poco espacio que tampoco tendría mucho sentido comprimirlos.
Sin embargo, como acabamos de decir, muchas veces nos interesa, por cuestiones de almacenamiento y/o velocidad, disponer de ficheros con un tamaño más pequeño. A la hora de localizar el avatar de un amigo nuestro en un canal de contenidos de Twitter o ver un vídeo de nuestro grupo favorito en el móvil, nos podemos contentar con una versión aproximada, aunque perdamos matices. De aquí la importancia de los mecanismos de compresión.