6. Formatos de vídeo y su uso

6.7. Uso correcto de los vídeos en un proyecto transmedia

6.7.6. Elementos narrativos

Supongamos que vuestro vídeo incrustado va más allá de mostrar simplemente una evidencia o potenciar una emoción. Queréis explicar una historia. Tanto si tenéis ambición y planteáis crear un breve corto cinematográfico en el que se explique una historia, como si es una serie de fotografías animadas con un texto o una voz en off, o simplemente un videoblog o un tutorial en línea en el que explicáis algo, es necesario pensar y planificar antes de ponerse a grabar.

Entender a nuestro público es importante, especialmente si dedicaremos un tiempo extra a desarrollar un vídeo. Evidentemente, no podemos (ni necesitamos, en realidad) saberlo todo sobre el público. Podemos hacernos una idea bastante razonable de quiénes son las personas con las que estamos hablando si podemos contestar estas tres preguntas:

  • ¿Cuáles son sus intereses?
  • ¿Qué expectativas han puesto en nuestro material?
  • ¿Qué conocimientos previos tienen sobre el tema que tratamos?

Para establecer mejor qué queremos explicar, lo mejor es entender nuestra motivación última, por qué lo queremos explicar. Es decir, tenemos que responder a la pregunta: ¿por qué es importante?

Una vez tenemos la motivación, debemos compilar los datos básicos que sitúan nuestra historia y le dan sentido. En el periodismo, o en la literatura de no ficción, se asocian tradicionalmente estos procesos de ubicación a una serie de W del idioma inglés:

  • What: qué queremos explicar.
  • Why: por qué lo queremos explicar.
  • Who: cuáles son los agentes de la historia.
  • When: en qué momento tiene lugar la acción.
  • Where: en qué lugar se desarrolla la acción.
  • How: de qué manera se desarrolla la acción.

Si podemos contestar estos interrogantes, ya tenemos nuestra historia situada.

Debemos ver con qué materiales presentaremos estas ideas y acontecimientos. ¿Tendremos actores que llevarán a cabo una acción? ¿O simplemente los narraremos? ¿La historia se organizará como una conversación entre varias personas alrededor de una mesa? ¿O serán imágenes fijas con un narrador? La decisión del formato influirá sobre el ritmo y marco temporal que queremos para nuestra historia, y viceversa.

Si nuestro objetivo es argumentar una posición, tendremos que organizar también la estructura desde una perspectiva lógica, pensar en la manera natural en que una persona se convencería de la posición que queremos defender y presentar evidencias, ideas e historias del mismo modo, construyendo progresivamente un razonamiento hasta tener una estructura compacta.

En este proceso organizativo, si el vídeo es lo bastante largo (más de diez minutos), necesitamos establecer momentos de reposo cognitivo. Escuchar una conferencia de una hora y media es duro, y si además lo hacemos en pantalla en lugar de estar en directo, necesitamos una motivación enorme para aguantar hasta el final. De aquí la importancia de crear descansos en la narración cada 10 o 15 minutos con un cambio de perspectiva, una broma del narrador, una sorpresa visual, un cambio de ritmo, etc.

Una historia son finalmente emociones compactadas y organizadas. De una buena historia esperamos sorpresa, puesto que si todo sigue un orden obvio y preestablecido, la historia se hará aburrida.

Las historias nos motivan también porque finalmente son sencillas. Son algo a lo que estamos acostumbrados, y podemos seguirlas con más facilidad que una demostración matemática o una argumentación económica.

Sin embargo, de una historia también esperamos relevancia. Una historia puede ser muy sorpresiva, pero si no tiene nada que ver con lo que se quiere transmitir en el proyecto transmedia, nuestro público probablemente se sentirá engañado.

Toda buena historia sigue lo que se llama un arco narrativo, que hace que nos interese seguirla hasta el final. Una buena conferencia sobre un tema científico o humanista, de no ficción, también se puede desarrollar siguiendo este esquema, aunque no haya héroes que luchen contra malvados.

Toda historia de éxito se organiza en los cinco pasos siguientes:

  1. Introducción: se plantea el tema que queremos explicar, las condiciones iniciales que definen la historia y que serán relevantes en la misma. Se explica por qué el protagonista quiere conseguir lo que quiere conseguir.
  2. Ascenso: se va construyendo una acción de manera progresiva. El protagonista va enfrentándose con varios problemas y situaciones y más o menos lo va consiguiendo.
  3. Clímax: llega el momento definitivo de la historia, en el que aparece la mayor dificultad.
  4. Enfrentamiento: después del clímax, el protagonista tiene que reaccionar y enfrentarse con el problema, ya sea vencer al malvado o solucionar el problema abstracto con una narración en un contexto de no ficción.
  5. Desenlace: el problema puede ser resuelto finalmente, quizá no de la manera original que esperábamos (sorpresa), y esto genera una catarsis en el público, que se siente aliviado al ver que finalmente los problemas se han podido solucionar.

Si examinamos cualquier historia que nos haya atrapado en un momento dado, veremos que sigue este esquema de arco narrativo de manera muy fiel.

Otra narración tipo es el viaje y el retorno, en los que el protagonista acaba aterrizando en un mundo extraño que lo fascina, pero que acaba entendiendo que no es para él y decide volver a su hogar, como le sucede a Ulises en La Odisea.

Estas tipologías de narración pueden combinarse para crear historias fascinantes.

Para aplicar las ideas de Campbell, no necesitáis que vuestra historia sea narrativa en un sentido clásico.