3. Edición de párrafos

3.3. Longitud de líneas

El interlineado adecuado para un texto depende tanto de la longitud de la línea como del cuerpo del tipo y del interlineado. Las líneas cortas necesitan un interlineado mayor; las líneas largas, uno menor.

En la composición de textos en general –sobre todo si se excluyen los pies de las ilustraciones y los titulares–, una buena regla consiste en hacer que la longitud de línea no se fragmente excesivamente e impida la fluidez de la lectura, o el exceso de longitud dificulte la misma. En cualquier caso, es importante saber detectar cuándo una longitud de línea es demasiado larga o corta.

Leer líneas de texto muy largas cansa a nuestros ojos, que necesitan las pausas que nos proporcionan los saltos de línea. En el momento de cambiar de línea, los ojos obtienen esa breve pausa, que es corta, pero lo suficientemente larga para seguir leyendo más tiempo. Este proceso se asemeja al de un motor, que no va a máxima potencia todo el rato para poder seguir funcionando sin sobrecalentarse.

El ancho ideal de una línea de texto se encuentra entre los 45 y los 75 caracteres, incluyendo espacios. Cualquier otra medida que supere por mucho ese rango se vuelve difícil de leer: demasiados cambios de línea en líneas cortas y demasiado pocos en líneas largas.

A veces olvidamos que no todo está escrito en castellano, catalán o inglés. El idioma de un texto también determinará su aspecto, y especialmente el ancho de línea. Por ejemplo, sabemos que el número medio de caracteres de una palabra en alemán es muy superior a la media en castellano. Esto es así porque en alemán es muy habitual combinar palabras para formar nuevas y, por lo general, resultan bastante largas. Eso da como resultado párrafos más irregulares por la derecha. Para contrarrestar el efecto, recomendamos tender hacia la cifra superior del rango orientativo. Es decir, en estos casos sería más aconsejable decantarse hacia los 75 caracteres que hacia los 45.