1.1. Introducción
«Cuando se ha escuchado todo… cuando se ha leído todo… se puede caer en la saturación si no se pone en práctica».
Madhuban Murli (2018)
El color es un medio de comunicación que a menudo nos permite no tener que añadir nada más para transmitir una idea, sugerir un estado de ánimo o alertar de un peligro.
De hecho, es el primer dato que registramos cuando vemos una cosa por primera vez y, a partir de nuestro condicionamiento cultural, le asociaremos un primer juicio de valor. Esta manera de relacionarnos con el color viene de un aprendizaje ancestral que empieza con la asociación de ciertos colores con los elementos de la naturaleza y lo que nos rodea, y que se ha ido consolidando dentro de nuestros aprendizajes para hacernos reaccionar de manera instintiva hasta la actualidad. Así pues, el color nos permite representar ideas y emociones de manera incomparable y, considerando esta singularidad, está estrechamente ligado a las normas culturales y connotaciones de uso que se llevan a cabo en nuestro contexto, y que varían de un punto a otro del planeta.
El color también presenta calidades decorativas y, dependiendo de la intensidad o de las combinaciones que hacemos de él, podemos crear composiciones que dirijan al espectador hacia un punto de interés concreto, que maticen, diluyan o contrasten diferentes conceptos hasta conseguir, por ejemplo, dotarlos de una visión de conjunto integradora. Todo esto lo convierte en una herramienta muy importante para el diseño y la comunicación. Por este motivo, para poder aplicar el color con finalidades y objetivos precisos es necesario un conocimiento de la teoría del color, los sistemas cromáticos, los canales de procesamiento o las connotaciones simbólicas que representa. En las próximas páginas trataremos de mostrar este universo, acompañándolo de la terminología básica relativa a la teoría del color, que debe ofrecernos un lenguaje común y comprensivo entre diseñadores, impresores y clientes.