7. Los títulos de crédito

7.1. Introducción

Durante el período mudo del cine, la tipografía ya estuvo presente en las cartelas que contenían la información verbal necesaria para el desarrollo argumental, con diálogos o informaciones sobre el contexto, pero eran estáticas ya que debían leerse para poder seguir el argumento. También aparecía en el final, donde se ponía «The end», o su equivalente en otras lenguas.

Si bien en un principio eran estáticos y se situaban sobre un fondo negro –simulando en buena medida los cánones de los créditos de los carteles de teatro precedentes–, progresivamente ganaron en complejidad, cuando la tecnología existente lo fue permitiendo y los directores le otorgaban a los mismos más o menos importancia.

En la medida en que la tipografía empezó a solaparse con la imagen en movimiento, aunque por aquel entonces fuera de color plano y monocromo, se empezaron a crear interacciones que la relacionaban con unas imágenes miméticas que tenían su propia profundidad. Es decir, un espacio paralelo al plano de la pantalla constituido por la tipografía pasó simultáneamente a convivir con un espacio de profundidad tridimensional. Ello, conseguido con el uso de la impresora óptica, representó una de las primeras rupturas del espacio tridimensional en el interior del cine comercial. Más adelante la tipografía empezó a contener movimiento, ya fueran en forma de desplazamientos, fundidos, etc., que se unían e interactuaban intencionadamente con el movimiento propio de las imágenes del fondo, propiciando sincronizaciones entre ambas. Así se empezaron a constituir tiempos simultáneos que rompían con la linealidad de la imagen y se constituían nuevas relaciones espacio-temporales que no se encontraban en la parte narrativa de la película. Estas experimentaciones que el cine comercial aceptó, siempre que estuvieran ceñidas a la parte de la película donde se encontraban los títulos de crédito, enlazaba –por otros derroteros– con los trabajos que llevaban a cabo las vanguardias artísticas.

Con todo ello fue consolidándose la introducción de la tipografía en la imagen en movimiento, cuando en realidad había sido creada para materializar libros. La riqueza formal alcanzada por las diversas tipografías, muchas de las más consistentes creadas a partir de la eclosión del diseño, fueron la clave para que sus formas se adaptaran tan bien a este inédito e imprevisto futuro que les aguardaba.