Proyecto II: Diseño editorial


Isabel García Fernández PID_00267223

1. Introducción al proceso de diseño editorial

1.1. El diseño como herramienta de comunicación

El diseño editorial podría ser definido de una manera simple como la conjunción de imágenes y textos (maquetación) de forma estética, con la finalidad de comunicar algo. Por este motivo, suele estar considerado como un tipo de periodismo visual, ya que el diseñador ha de convertirse en comunicador y lograr que, a través de sus diseños, se consiga trasmitir un mensaje y una serie de sensaciones, ya sea con el fin de informar o de entretener. El diseño editorial se especializa en la creación de publicaciones, generalmente periódicas, en todas sus variantes.

«El diseño gráfico es sencillo, por eso es tan complicado» (Paul Rand).

Diseñar es algo relativamente sencillo (la definición explica que basta con juntar textos e imágenes), pero hacerlo bien, con gusto y de manera efectiva es algo que cuesta tiempo aprender, ya que mejorar y profundizar en el uso adecuado de todos los elementos se consigue a través de la práctica.

Para poder manejar con soltura la resolución de un diseño editorial, se ha de tener un manejo avanzado de las herramientas de maquetación como InDesing o Quark-X-Press, un profundo conocimiento de los distintos elementos que componen la maqueta (como las tipografías, las imágenes o los distintos recursos gráficos), una conciencia del espacio en la página (para lo que se utilizan retículas) y saber que, en cierta manera, las posibilidades de una puesta en página son infinitas. Ser consciente de que no hay una sola manera de llevar a cabo un proyecto puede provocar cierto vértigo, sobre todo al principio de un trabajo. Es normal. Es importante tener claro que en la resolución de un diseño pueden existir puestas en página más adecuadas, más inteligibles, más directas, más bonitas o estéticas, etc., pero que siempre habrá nuevas maneras de resolver la composición. El diseñador tendrá que tomar las decisiones correctas para guiar al lector y que su propuesta resulte funcional y atractiva gráficamente.

Diseñar es crear, y el diseñador ha de sentirse libre a la hora de proponer o investigar. El proceso creativo en un producto editorial nunca acaba, porque conforme el proyecto va definiendo su personalidad, el diseñador lo puede ir enriqueciendo gráficamente, mejorándolo, etc., al mismo tiempo que va entendiendo cómo funciona. En diseño editorial, esta renovación constante es muy importante para que los productos no acaben resultando monótonos o aburridos. En el mundo editorial, coloquialmente se dice que «una revista está viva» porque no deja de parecer un ser en continua evolución.

Antes de pasar al proceso de creación, hay que hacer hincapié en el hecho de que la ejecución de un producto editorial no es una tarea que implique únicamente al diseñador. Como en la mayor parte de los trabajos de diseño, detrás de todo proyecto hay un cliente, un editor que emite el encargo.

La elaboración de un diseño ha de ser el resultado de un trabajo en equipo entre cliente, editor y diseñador.

El cliente ha de definir qué tipo de producto quiere y qué contenidos tendrá, y el diseñador debe saber interpretar qué es lo que tiene que diseñar.

«El contenido precede al diseño. Diseñar en ausencia de contenido no es diseño, es decoración» (Jeffrey Zeldman).

De la calidad de este entendimiento, de la asimilación de los objetivos de lo que se quiere hacer y de la interiorización de lo que se quiere comunicar con el producto dependerá el éxito de nuestro proyecto. Si disponemos de un conocimiento adecuado de las herramientas y recursos del diseño gráfico, y tenemos claro cuál es el encargo que tenemos entre manos, lo único que nos queda es ponernos manos a la obra.

«Los mejores diseñadores son, primero, gente interesante. Listos, divertidos y curiosos. Primero, aprende de todo. Después, olvídalo. Y entonces, ponte a diseñar» (James Victore).