4. Formatos de imagen y su uso

4.2. Comunicar con imágenes. Retos que hay que resolver

4.2.4. ¿Qué modelo de negocio hay tras estos contenidos?

No hace falta ser un emprendedor a lo Elon Musk para tener un modelo de negocio asociado a nuestro proyecto transmedia.

Crear un proyecto de comunicación transmedia interesante y relevante requiere, como mínimo, un gasto de tiempo, tiempo que no podemos dedicar a otra cosa. E inevitablemente, aparecerán otros gastos: almacenamiento web, impresión, encargo de diagramas o ilustraciones, etc.

Quizá pensemos que el proyecto no tiene otra función que divertirnos y enseñarnos algo sobre la creación de proyectos transmedia. Ningún problema, este es nuestro modelo de negocio.

Otra posibilidad es situarnos en el modelo de la economía de la atención. Ofrecemos propuestas de comunicación gratis y de calidad, con la esperanza de que nuestro trabajo nos convierta en una persona conocida y podamos ganarnos la vida como creadores digitales. Tampoco es una idea tan loca. El Marciano, el best-seller de Andy Weir después convertido en película, empezó como una novela por entregas en un blog.

Sin embargo, también podemos pensar en monetizar directamente nuestro proyecto. La opción más sencilla es incluir anuncios en nuestro proyecto y cobrar un pequeño precio por clic. También podemos buscar un distribuidor que difunda nuestro proyecto de manera profesional, o confiar en nuestras capacidades en las redes sociales y distribuirlo nosotros mismos. Si el plan es crear un contenido estable, podemos establecer algún tipo de modelo de suscripción o un sistema de semipago.

Si no estamos seguros de si nuestro proyecto creará el suficiente interés como para obtener una financiación que lo haga sostenible, podemos encontrar algunas de las decenas de plataformas de financiación colectiva que hay en internet ahora mismo, y buscar financiación.

En el apartado  6.2.4 «La financiación colectiva paso a paso», damos más detalles sobre cómo organizar una campaña así.

La calidad de nuestras imágenes tendrá que reflejar el modelo económico que hemos elegido. Es aceptable utilizar imágenes en baja resolución, capturadas directamente de la web y sin citar al autor, si nuestro objetivo es simplemente charlar con nuestros amigos, pero no podemos esperar que alguien pague por algo hecho de una manera tan poco profesional.

Del mismo modo, un PDF que nos descargamos gratuitamente mientras evitamos un par de banners puede tener imágenes de baja resolución, pero no os extrañe, después de anunciar a bombo y platillo en Kickstarter un excelente libro de fotografías de paisaje, que os encontréis con clientes indignados al descubrir que estas supuestas «excelentes fotografías» tienen una resolución pobre y tan solo 256 colores.